Los besos fueron subiendo de tono, sus bocas no podían despegarse, a ambos los envolvió una lujuria salvaje, que ninguno de los dos esperaba sentir.
Alejandro se sentía hechizado por la mujer que tenía en sus brazos, le gustaba a rabiar y su piel lo volvía loco.
- ¿Vamos?
Le preguntó con toda la intención de terminar la noche con ella en un lugar íntimo.
-Bueno…
Le contestó tímidamente, Rebeca jamás le había puesto los cuernos a su novio, aunque sabía perfectamente que él la había engañado muchas veces.
Camilo se lo merece, pensó.
Se dejó llevar por lo que ese desconocido le hacía sentir y a eso se le sumó su costado maltratado.
Los dos estaban bajo el efecto del alcohol y a los tumbos, llegaron a la salida.
Alejandro sabía que no estaba apto para conducir, pero recordaba que a solo 3 cuadras había un hotel alojamiento.
Con mucho cuidado y con la noche oscura de testigo, se dirigió con su auto a dicho hotel.
El estacionamiento era individual, por lo que nadie sabía que ellos estaban a