Egan
Por fin había llegado el día de la boda. Como era algo discreto, los Leal Calderón asistirán; habíamos estado muy atentos a la pequeña Rubí. Después del sepelio fue evidente la tristeza en ella y durante estas dos semanas que han transcurrido, la hemos acompañado en su pérdida.
Hace cuatro días la vi más animada y eso me alegró. Rubí era una de las mejores amigas de mí Rizos y verla bien, hacía feliz a mi mujer, ahora solo deseo verla feliz. Me ha gustado mucho velar por su alegría, ¿quién iba a pensarlo… tal vez si lo presentía? Que Eugenia María sería mi perdición y por eso me puse reacio a cortejarla. Terminé de arreglarme sin dejar de sonreír.
—Hola, amor mío.
—Madre. Me debes algo. —dije apenas la vi.
—A eso vine. No te la entregué porque vi que tomaste la noticia del bebé con responsabilidad. Pero esta carta te la dejó tu padre. Aún hay tiempo para que la leas.
—Gracias, mamá.
Una vez solo destapé el sobre. Era muy niño cuando mi padre murió, pero su presencia siempre habí