Egan
Era muy agradable tener estabilidad sentimental. Estos dos meses habían sido increíbles, así tuviera mis bolas azules. No iba a forzarla para tener relaciones. Pero por dentro andaba como un toro, no veía la hora en que se anime a intimar, me estoy muriendo de ganas por besar todo su acanelado cuerpo.
Miré por la ventana del despacho de papá, desde hace un mes comenzaron a entregarme las empresas Katsaros. También reinicié la semana pasada la segunda carrera, la había dejado inconclusa por estar preso. Y era momento de ponerme juicioso. Las carreras clandestinas ya estaban llegando a su fin. Ya teníamos el dinero suficiente para lo que iniciamos dicha aventura.
—Aquí estás.
Mi hermana Adara ingresó cargando a Deacon; al acercarse, le arrebaté a mi hermoso sobrino. Los genes del papá estaban marcados. Se parecía a su abuelo, aunque también a su padre.
—¿Dónde dejaste a Althaia?
—En la sala jugando con Salvador. Papá pidió que viniera, ¿sabes para qué?
—No, aunque también me dijo l