Emmanuel
Ya era mi esposa. Perla seguía dormida, se había despertado hace un par de horas, vio a Rubí a su lado, medio sonrió por su labio partido, pero su expresión de tranquilidad nos dejó satisfecho. Era extraño, pero me nació tan fácil decir: nuestra hija. —Cuando se está destinado y eres sensible para notarlo, sabes que hay seres que estarán en tu vida para siempre.
Y Perla vino al mundo para estar con nosotros. Supongo que eso sintió mi madre al vernos. Ella ahora siente que se encontraba a salvo. Luego se volvió a quedar dormida en su camilla. Manuel se fue con los abuelos. Si la pequeña seguía reaccionando, a favor, la darán de alta en un par de días y a mí espero estar afuera en una semana. Quería estar en el apartamento.
—Ven acá mi esposa. —miró su mano donde llevaba el anillo de bodas—. Sí, pequeña, acabas de ponerle la soga al doctor más deseado de esta clínica. —alzó la ceja.
—Si no te encontraras convaleciente, te daría tu merecido.
—Mientras decidas convertirte en un t