Gabriela
Fue evidente que no les gustó lo de nuestro viaje a Santa Marta. Samuel estaba que se lo llevaba el demonio.
—¿Entonces te vas también para Santa Marta? ¿Ya llamaste a tu amiguito?
—Sí, para las dos preguntas, y ya soy mayor de edad, puedo irme a donde se me dé la gana. —Salió del apartamento.
Tenía mucha rabia con la actitud de Samuel. Aunque, acepto mi metida de patas. Pero ¿quién carajos iba a pensar que se formaría tremendo tropel? —Se la pasó regañándome desde que subimos a su auto. Emmanuel me dio un vaso con agua para bajar el enojo que era evidente de mi parte.
Desde su salida no ha regresado. —miré el reloj—, eran las cuatro de la mañana. En la segunda habitación se acostaron Angélica y Euma. Egan salió a buscar al troglodita de Samuel. Mientras yo quedé bajo la observación de dos pares de ojos en la sala.
—Gaby, deberías de descansar. —comentó el odontólogo.
—Espero a Samuel para…
—¿Cantarle la tabla? Por ahora no vendrá, se quedó con Egan en… —Se miraron los dos am