EmmanuelTenía un puto dolor de cabeza, no había dormido muy bien, iba a cumplir treinta y seis horas trabajando. Pero anoche le hice el favor a un colega, además no deseaba quedarme solo. Si lo hacía, volveré a enojarme y, como no tengo a la causante de mi enojo enfrente, no quería amargarme.Tenía tiempo de que alguien no me incomodaba de esta manera. Antes, todo me parecía la vida indiferente, con relación a las mujeres, confieso que solo las usaba y les informaba que conmigo solo conseguirían eso y aceptaban… pero ella… Únicamente ha sido una desgraciada tortura y verla todos los días ha sido un martirio.No veo la hora de terminar el horario y descansar en mi cama. Acaricié la sien para dejar de pasar en el malestar; no tenía ni veinte minutos de haber ingerido una pastilla. Mi celular sonó. Era mi hermanita Mapa.—Mi blanquita ¿cómo estás?—Manito, ¿qué vas a cenar?—No lo sé.—Ven a la casa. Me encuentro sola, Euma llega mañana, nuestros padres se fueron a Melgar.—Lo sé. El ab
RubíNo tenía idea de los motivos por los que dije eso. Pero todo este tiempo me había ignorado como mujer, eso sí, pasaba verificando mi trabajo y lo hacía de manera constante. Por segundos sentía que le atraía, pero la verdad era otra, porque el resto de las horas era un cero a la izquierda.Ahora era la oportunidad perfecta para provocarlo, aunque no tengo la más mínima idea de cómo complacer a un hombre. Sin embargo, lo hacía para retarlo, yo tenía claro que estos momentos fugaces eran para obtener experiencia. —¿Qué dijiste?—Pensé que te habías quedado mudo y dije: me gustaría que me castigaras con tu pene en mi boca. —Era monumental la expresión en el rostro de Emmanuel—. ¿Te acobardaste?—No estamos en el lugar adecuado. Y no me provoques, niña.—Cobarde.—No te atreverías a chupármela ahora.No tenía idea lo que me poseyó ante esas palabras, aparte que al estar cerca de Emmanuel siempre había tensión tirante. Desde Santa Marta manteníamos esa tensión sexual. Extendí la mano
SamuelBesé la espalda de Gaby. Teníamos un mes prácticamente viviendo juntos. Y nunca imaginé que sería tan agradable dicha etapa. —porque en verdad era magnífica—. Despertar abrazados o que te abrazara alguien. Realizar mercado juntos, comprar los inmuebles de tu casa. Del lugar que estabas construyendo.Para mi familia esto parecía insólito y no por parte de Gaby, sino por mi juicio. Y para ser honesto, no quería, no necesitaba a nadie más que a mi mujer. Los fines de semana había adquirido la costumbre de pasar por mis sobrinos para darle un poco de libertar a mi hermano y Adara, ellos merecían descansar en pareja.Deacon se había despertado muy temprano, mi Cachetona ahora lo dormía de nuevo en la mecedora, Althaia aún dormía de manera profunda en la cama cuna que compramos para tenerlos a ellos.—Dímelo, desde hace días noto tu deleite hacia mi bello rostro. —Sonreí.—Bello para mí, si es. —Se sonrojó—. Te invito a cenar esta noche. —dije. Sus ojos brillaron.—¿No tienes fiebre?
GabrielaRegresé a la mesa donde nos habíamos sentado las cinco luego de dar mi discurso por la boda. Mis amigas me recibieron con felicitaciones por mi oratoria. Ya Maco había salido del grupo de soltera. Y eso que yo era la mayor de todas, aunque Maco no lo parecía por lo centrada y anciana mental que era.Ella, que siempre tenía razón en lo que decía, nació con ese don de tener boca de santo. Mil veces me había dicho: no mires a Samuel como el hombre de tu vida. Lo amaba, pero no era un hombre para una sola mujer. Es mi hermano y lo conozco, podría hacerte daño si no te ama. Porque cuando lo haga, será el hombre más bello del mundo. Solo deben llegar a ese corazón escondido.Nunca le he hecho caso, y espero no haberme equivocado con lo sucedido entre los dos en estos últimos meses. Ya había apostado por Samuel y mi sentimiento, por eso me entregué a él en la cárcel. —Sonreí como una tonta enamorada, al recordar...—¡Estos pasteles están deliciosos! —exclamó Rubí, que tenía rato de
Eugenia MaríaLe dio un beso en los labios, eso no se sintió bien.—Mi prima está presente. —llamarme prima tampoco fue agradable.—Ya me iba, tranquilos.Di media vuelta, necesitaba alejarme. En ese momento Angélica llegó con los ojos rojos y me quitó la bebida.—Amiga, necesito otra.—¿Qué tienes?—Por favor.—Ya regreso.Al volver a la mesa de los licores, Egan daba la espalda para quien se acerque y abrazaba por la cintura a su novia.—¡Qué no tengo nada con ella!, ¿de dónde sacas eso? Acaso no la viste, no es mi tipo, no es atractiva.—Es tu prima.—Tampoco lo es. Bueno, por cariño y por la gran amistad entre nuestros padres, desde pequeños nos enseñaron a verlas de esa manera, pero para mí no es nada. Ella no es nadie. —Eso dolió demasiado, mucho más, los ojos me picaron, no me aguanté. —Vaya. —dije, al girarse vi la vergüenza en su mirada.—Euma. —alcé la mano.—Ese apelativo es para las personas de la familia y verdaderos amigos. Creo haberte escuchado decir: no soy nadie. —Qu
SamuelLavé mi rostro para pasar el malestar ocasionado por Gaby. Sé que fue una metida de patas garrafales haberme acostado con ella. ¡Mierda, mierda, mierda! Pero en esa abstinencia fue mi única salida. No iba a justificarme, estaba demasiado caliente y ella se ofreció. Fui muy claro que solo sería sexo. Miré mi verga.—Esto es culpa tuya, por no mantenerte escondido.Ahora, ¿cómo arreglaré la situación con ella?, Ya no había manera, ya nada será igual y la familia lo iba a notar. Donde se entere mi madrina… —volví a mirar mi pene.» Te hace picadillo, ni desapareciendo del planeta te salvarás. Solo casándote y ni loco me casaba.Salí del baño, en la habitación estaba Julián. Por su cara de estreñido avecino regaño seguro… Pero ¿yo qué hice?De manera rápida busqué en mis recuerdos conversaciones, actitudes, gestos o acciones inapropiadas de mi parte desde la salida de la cárcel, pero nada, no había hecho nada, me he portado como un corderito.—Sam. —señaló la puerta—. Vi salir a Ga
EganPapá había cerrado la puerta y caminaba de un lado a otro. La verdad no se sintió muy bien al ver la carita de Euma al borde del llanto. —Rasqué mi cabeza—. No era mi intención que ella escuchara, de hecho, no debí decir eso. Una cosa era que ella como mujer no me inspira ese un mal pensamiento, y otra era el tema familiar. Y en eso la defequé con creces.Se sentó frente a mí, sus manos apoyadas en su rodilla, su mirada fija. No decía nada y ya me sentía como un miserable, tampoco pensaba en decirme una mala palabra para no ofender a mi santa madre.—¿Te he tratado como si no fueras mi hijo?—¡¿Qué?! ¡No, papá! —Algo extraño se sintió en el pecho.—No encuentro motivo para tu ofensa hacia Euma, como si no la apreciaras como una prima de sangre. Eso me hace pensar que en mí no ves el amor de un padre, Egan.Él y su psicología. Mi corazón comenzó a palpitar a causa de la vergüenza. David me ha enseñado a ponerme en el lugar de las otras personas. Si lo ponía de esa perspectiva, ser
EmmanuelMiré con fijeza a Alexey de nuevo, desde hace rato tenía un cuento raro con Mapa. Aunque los dos se mantienen en que son amigos, pero se veían extraños.—Más te vale. Ya contraté la compañía femenina para dentro de ocho días. Tendremos a cinco bellas y despampanantes mujeres con sus preferencias.Choqué las cinco con Samuel, estos éramos nosotros. Un muro impenetrable de amistad sincera. Desde el mismo instante en que llegué a esta gran familia, me hicieron sentir eso… una familia. Pero no iba a permitir una falta hacia mis tesoros; mis hermanas eran sagradas. Y les he enseñado a Eduardo José y Camilo Andrés el respetarlas y defenderlas con nuestras vidas. No vendrá un aparecido a ofenderlas.—Alexey. —sonrió, advirtió mi llamado de atención—. Así me muelas a palo, sabes que también puedo causarte daño. Si Mapa sale lastimada mañana, una vez la ponga a salvo, escóndete. Solo por esta vez lo pasaré, a la segunda te la verás conmigo.Estaba a punto de reventarle la cara al rubi