Samuel
Besé la espalda de Gaby. Teníamos un mes prácticamente viviendo juntos. Y nunca imaginé que sería tan agradable dicha etapa. —porque en verdad era magnífica—. Despertar abrazados o que te abrazara alguien. Realizar mercado juntos, comprar los inmuebles de tu casa. Del lugar que estabas construyendo.
Para mi familia esto parecía insólito y no por parte de Gaby, sino por mi juicio. Y para ser honesto, no quería, no necesitaba a nadie más que a mi mujer. Los fines de semana había adquirido la costumbre de pasar por mis sobrinos para darle un poco de libertar a mi hermano y Adara, ellos merecían descansar en pareja.
Deacon se había despertado muy temprano, mi Cachetona ahora lo dormía de nuevo en la mecedora, Althaia aún dormía de manera profunda en la cama cuna que compramos para tenerlos a ellos.
—Dímelo, desde hace días noto tu deleite hacia mi bello rostro. —Sonreí.
—Bello para mí, si es. —Se sonrojó—. Te invito a cenar esta noche. —dije. Sus ojos brillaron.
—¿No tienes fiebre?