Emmanuel
Tenía un puto dolor de cabeza, no había dormido muy bien, iba a cumplir treinta y seis horas trabajando. Pero anoche le hice el favor a un colega, además no deseaba quedarme solo. Si lo hacía, volveré a enojarme y, como no tengo a la causante de mi enojo enfrente, no quería amargarme.
Tenía tiempo de que alguien no me incomodaba de esta manera. Antes, todo me parecía la vida indiferente, con relación a las mujeres, confieso que solo las usaba y les informaba que conmigo solo conseguirían eso y aceptaban… pero ella… Únicamente ha sido una desgraciada tortura y verla todos los días ha sido un martirio.
No veo la hora de terminar el horario y descansar en mi cama. Acaricié la sien para dejar de pasar en el malestar; no tenía ni veinte minutos de haber ingerido una pastilla. Mi celular sonó. Era mi hermanita Mapa.
—Mi blanquita ¿cómo estás?
—Manito, ¿qué vas a cenar?
—No lo sé.
—Ven a la casa. Me encuentro sola, Euma llega mañana, nuestros padres se fueron a Melgar.
—Lo sé. El ab