Momentos antes, Isis había ingresado al edificio lujoso. Tan solo poner un pie en el umbral de la puerta pudo percibir el fétido olor que horas antes había inquietado a Drago y Ramsés. La joven, quien era un poco más sensible, supo al instante que seres, cuyo interior estaba muerto se encontraban en el lugar. La putrefacción provenía directamente del alma de aquellos que habían cedido a impulsos inferiores a los humanos, o incluso a los de los animales y se habían abrazado con fuerza a su origen primigenio, aquel que fue antes de que la diosa luna bajara a la tierra.
En el imponente edificio, todos la recibieron extrañados, pero no le cortaron el paso. Ella ya había sido llevada y presentada por su presidente tiempo atrás y todos sabían que esa hermosa niña era la esposa del jefecito y dueño de todo.
_ Buenas tardes _ saludó ella con dulzura a la recepcionista y continuó su camino.
Ella subió tranquila, lejos estaba de saber la sorpresa que le esperaba al bajar de ese ascensor. Ni bie