Dilan estaba perdido en sus sueños absurdos cuando escuchó un taconeó acercarse a la oficina. No se preocupó demasiado, ni siquiera levantó la cabeza, supuso que debía ser Luna, aunque al agudizar un poco los sentidos descubrió que ese no era su aroma. Una gran alegría lo invadió de golpe, sabía perfectamente bien a quién pertenecía esa delicia.
_ ¡Isis! _ dijo entre sorprendido y feliz _ ven siéntate _ agregó poniéndose de pie y caminando hacia ella para guiarla hasta un sillón que había en el lugar.
Isis tuvo que contener su deseo de vomitar, no solo por su olor, sino también porque su sola presencia le parecía repulsiva. La sonrisa forzada de la joven fue tomada como algo bueno por el hombre que se desvivió en halagos y detalles.
_ Isis…lo siento…nunca fue mi intención realmente lastimarte tanto _ comenzó a decir después de unos minutos _ yo…estaba engañado, Luna siempre me dijo que eras una mujer cruel, despreciable, que continuamente la lastimabas y yo tontamente…le creí _ los oj