Las luces de todo el lugar estaban preparadas para apuntar directamente a la pareja Real, por esta razón, cuando los reflectores iluminaron hacia la entrada del gran salón, todas las miradas se encaminaron hacia esa dirección.
Rostros estupefactos. Ceños fruncidos. Enojos y enconos.
Ícaro observaba a esos hipócritas, nadie entendía que era lo que ocurría, pero él se sentía el hombre más feliz del mundo. Por un momento tuvo temor, pensó que no llegaría a tiempo cuando sus hombres le informaron que su adorada cachorrita quería escapar. Claro que él sabía todo lo que ella había sufrido en esa familia, por esa razón puso a alguno de sus guardias, los más leales, a custodiarla. No podía permitir que ella siguiera padeciendo en manos de esas personas.
Con rapidez, Ícaro llegó al lugar y alcanzó a sujetar a su pequeña antes de que ella se marchara.
_ ¿A dónde va esta pequeña cachorrita? _ susurró el hombre al oído de su niña.
_ Al…Alfa yo…yo solo quiero… _ Alexa no sabía qué decir ni como ex