Pasaron unos minutos, Kendall seguía dando vueltas en la gran sala, escuchó el timbre y luego escucho como alguien entraba al lugar.
—Solo vine para decirle a Lili que se dé prisa. Cristian y Brittany ya están en la fiesta. Ellos me pidieron que le avise —dijo Julia, cruzando los brazos con elegancia estudiada.
Kendall sintió cómo su cuerpo se llenaba de una ira abrasadora, como si la sangre le hirviera en las venas. Sin embargo, solo sonrió. Una sonrisa grande, falsa… venenosa.
"Malditos miserables." El pensamiento golpeó su mente como un látigo.
Se acercó a una de las ventanas con calma y miró hacia afuera. El auto de Lili, brillante bajo las luces del jardín, parecía una joya de exhibición.
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—El auto de Lili está preciso, ¿no? —comentó con voz ligera, como quien lanza un anzuelo.
Julia giró la cabeza hacia ella, sin disimular el interés.
—Sí, es un auto muy fino y de lujo. —respondió con tono apreciativo.
Kendall dejó que una carcajada suave le saliera por los la