XI. Secretaria Monroe, ¿quieres ser mi novia falsa?
Dormí inquieto toda la noche y ni siquiera necesité de mi despertador personal, la secretaria Monroe, para levantarme al otro día.
Pero me esperan demasiados asuntos importantes y compromisos laborales que atender, para estar pensando constantemente en tonterías, como un adolescente enamorado.
Bajé del departamento, con mi pelo cuidadosamente peinado, el traje ejecutivo gris echo a la medida de mi cuerpo, ceñido y cómodo y actitud de jefe empresario responsable.
El chofer, al verme llegar, me abre la puerta trasera del auto y ya la secretaria Monroe me espera adentro, con mi café americano recién salido del Starbucks, todo es sumamente perfecto.
Escucho todos los planes que hay para hoy en la agenda y entre ellos, al finalizar de la tarde, tengo programada una cita a ciegas que mi abuela concertó para mí y que, después de tanto chantaje emocional de su parte, me vi obligado a aceptar.
- ¿Secretaria Monroe, no quiere ser mi falsa novia por un tiempo, a ver si me quito de arriba por fin