LX. Hola de nuevo Srta. Sofía
Punto de vista de Alan:
No sé ni a que hora, pero de tanto pensar y pensar, termine quedándome dormido de una manera muy incómoda en la sala, soy un estúpido total.
Al parecer Estefanía se levantó y me puso una manta por encima.
“Mala mujer, tenías que haberme despertado e invitarme a tu cama, todo esto es tu culpa”, resoplé con falsa indignación, me estiré y todos los huesos me traquearon.
Entre los ejercicios y la mala postura, hoy mis músculos me iban a dar un día fantástico. Decidí que yo mismo me lo había buscado y que era hora de dejarme de tonterías e ir a trabajar.
Nos encontramos en el desayuno, porque ellos se habían levantado temprano, para ir a la consulta que tenían de Mateo.
Me hubiese gustado acompañarlos, pero tenía que ver a mi abuela y asuntos urgentes en la empresa, de hecho, decidí hacer algunos cambios y pasar primero por la empresa y en la tarde iría al hospital.
Lo más probable es que me quedara a cuidarla, no porque estuviese huyendo de la posibilidad de violar