La mañana siguiente trajo consigo una atmósfera de calma tensa a la UCI. Los resultados de la resonancia habían tranquilizado al equipo médico sobre el estado físico de Amelia, pero la incógnita de su mente seguía pesando sobre todos.
El Dr. Lombardi convocó a los hermanos De la Torre, Ricardo y Alessandro a una reunión en una sala privada contigua a la UCI. Luca no fue invitado; Lombardi fue claro en que, por ahora, su interacción debía ser cuidadosamente dosificada.
—Bien, señores —comenzó Lombardi una vez que estuvieron todos sentados—. Neurológicamente, Amelia está estable. No hay daño estructural que impida su despertar. Lo que la retiene es una barrera psicológica. Nuestra tarea ahora es convencerla, a nivel subconsciente, de que es seguro volver.
Extendió un cronograma sobre la mesa. —He diseñado un plan de estimulación sensorial. Necesitamos crear un entorno predecible, tranquilo y lleno de estímulos positivos y familiares. Estableceremos horarios de visita estrictos. Máximo d