Mundo ficciónIniciar sesiónRicardo, con la eficiencia de un general, se encargó de todo. El funeral sería breve, privado y rápido. —Tenemos que hacerlo —le dijo a Guillermo y Emilio en la sala de espera—. Por Luciana y Mateo. No pueden simplemente ver desaparecer a su padre. Necesitan un cierre, aunque sea una mentira piadosa.
Guillermo, que aún lidiaba con el trauma del reclusorio y el luto por el padre que creyó tener, asintió con el rostro pálido. —Tienes razón. Por ellos.
El día del funeral, Luca Bellini no se movió del hospital. Su presencia en público, junto a los hijos de Amelia, sería un circo mediático que no estaba dispuesto a permitir. Su lugar estaba allí, en la habitación 703, montando guardia junto a la mujer que amaba.
—Estarán bien, amore mio —le







