Capítulo80
Justo en ese preciso momento, mi cuñada entró.

Cuando me vio sentado en el sofá, con las piernas desnudas y el pantalón tirado a un lado, su reacción fue cerrar asombrada la puerta principal.

—Óscar, ¿qué demonios haces tan temprano de la mañana?

El pánico se apoderó de mí, y sentí que mi corazón se me iba a salir del pecho.

—Cuñada, yo... yo…

—Si necesitas masturbarte, hazlo en tu cuarto o en el baño, pero ¿en la sala de estar? ¿Qué pasaría si llego con algún amigo y veo esto? ¡Qué vergüenza! ¡Descarado!

Suspiré aliviado internamente. Mi cuñada no había sospechado nada en lo absoluto, solo pensaba que me había estado masturbando.

Reaccioné rápidamente y dije, —cuñada, pensé que te tardarías un buen rato en regresar.

—Quítate ese cojín, déjame ver. — Su tono cambió de repente.

Yo solté un —¿ah? — lleno de sorpresa.

Esto era algo demasiado embarazoso.

Pero mi cuñada insistió: —Ah, ¿qué? Ya he visto tu pene antes.

—Solo quiero echar un vistazo.

No entendía qué podía encontrar de interesa
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