No le di la menor importancia a las amenazas de Viviana, ya que pensaba que no tenía ningún punto débil en sus manos. Por lo tanto, no podía hacerme nada.
Sin embargo, en cuestión de segundos, me quedé estupefacto.
Viviana tenía en sus manos un video de María y yo, grabado en el refugio de la Montaña Esmeralda.
Cuando vi ese video, me quedé fuera de mí.
—¿Cómo obtuviste esa grabación? —pregunté, sorprendido.
Pronto me di cuenta de que, sin duda alguna, Carla había sido quien se lo había enviado. Recordé que en ese momento Carla había instalado una cámara espía en mi habitación.
Desearía poder darle una severa lección a Carla. Ya no bastaba con que ella me espiara, sino que además con total desfachatez le compartió el video a Viviana.
¿Acaso quería destruir mi reputación por completo?
Extendí la mano y traté de arrebatarle el celular:
—¡Borra el video!
Viviana, tan ágil como siempre, esquivó mi intento:
—¿Borrarlo simplemente porque tú lo dices? Este es un video exclusivo, no lo voy a b