Me quedé aún más desconcertado.
Yo había venido en representación de Aquilino para reunirme con un proveedor de la Provincia de Cantarilla.
Y según Gael, el día de hoy solo nos encontraríamos él y yo.
Gael, el comerciante de hierbas medicinales, tenía su papel muy claro. Yo también sabía cuál era el mío.
¿Pero por qué Zorath hablaba como si hubiera algo más?
¿Acaso mi papel aquí no era tan sencillo como yo creía?
¿O es que detrás de este encuentro se escondía algún tipo de juego que yo aún no comprendía?
Una sospecha me estremeció el corazón. Todo esto era más complejo de lo que parecía.
Mientras analizaba mis pensamientos, Zorath volvió a hablarme:
—Entonces sí eres tú. El representante. Vaya sorpresa —dijo, con una sonrisa que ya no me parecía tan amistosa:— Pero mira, el día de hoy los dos estamos en este lugar con el mismo objetivo: hacer dinero. ¿Por qué no dejamos el pasado atrás y colaboramos?
Lo miré, aún más asombrado.
—¿Colaborar… cómo?
—Es simple —respondió con total desca