Capitulo814
Elrik, aún sofocado por los ataques constantes de tos, no pudo evitar que me acercara a ayudarle.

Continué dándole palmadas firmes pero cuidadosas en la espalda, hasta que poco a poco su respiración se normalizó por completo y el color rojo intenso de su rostro fue cediendo.

Al recuperarse, me lanzó una mirada gélida que podría haber congelado el fuego: —Basta de tantos fingimientos muchachito. Después de cómo te he tratado, esa paciencia tuya solo puede ser falsa. No intentes engañarme Porque no lo lograrás.

Esbocé una sonrisa serena, aunque por dentro sentía cómo me taladraban sus palabras: —Si quiere pensar que le miento, adelante. Para usted, cualquier cosa que diga sonará a falsedad en este momento.

—Quizá sí tenga prejuicios contra ti ahora—, admitió Elrik, y noté un leve cambio en su tono, como si finalmente su faceta humana emergiera por encima del burócrata rígido y presumido. —Pero no puedes negar que tú y mi hija pertenecen a mundos completamente distintos.

Lo lamenté, sint
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