Corrí hacia el borde del río, con el corazón en la garganta, teniendo mucho miedo que la corriente se lo hubiera llevado.
Pero en cuestión de segundos, comprendí que había subestimado a Jorath… ¡y de quémanera!
De pronto, su cabeza apareció entre las aguasembravecidas, y no solo eso: comenzó a nadar contra la corriente con una fuerza sobre natural.
Quedé asombrado al instante.
En ese preciso momento, entendí que un hombre como él trascendía los límites de lo normal, desafiando incluso a la naturaleza.
Mis ojos no podían apartarse. ¿Llegaría yo alguna vez a ese nivel?
Pasaron veinte minutos antes de que Jorath saliera del agua, pero con el rostro ya tranquilo, como si el río hubiera lavado todo rastro del afrodisíaco.
Cuando sus ojos afilados se concentraron en mí, sentí que el suelo desaparecía bajo mis pies.
—Señor Jorath… ¿está bien? —pregunté con un tono de voz temblorosa, sin poder evitar fijarme en su físico escultural.
Era imposible no admirarlo: hombros anchos, torso en V y músc