No sabía muy bien si Emma había entendido lo que le dije; la chica no levantaba la cabeza, ni decía una sola palabra, y no tenía idea de lo que estaba pensando.
En ese preciso momento, una figura familiar se acercó a mí. ¡Era Sofía!
—¿Ya volviste de la U? saludé yo, algo avergonzado, pero era mejor que no decir nada al respecto.
Sofía me sonrió lentamente, luego vio a Emma en el asiento trasero: —Emma, ¿qué haces en este lugar?
—¿Ustedes dos acaso se conocen?
—Sí, somos compañeras de cuarto, y estamos en la misma carrera.
No me sorprendió, la verdad.
Ya había notado que Emma llevaba una falda que me resultaba muy familiar, y es que Sofía tenía exactamente la misma falda.
El hecho de que las dos compartieran cuarto y además usaran ropa similar, mostraba que su relación era bastante cercana.
Le dije a Sofía: —Entonces, llévala a la escuela. Estaría bien que la acompañaras estos días.
—Ah, claro,— respondió Sofía.
Emma bajó del auto y entró con Sofía al campus universitario.
Aunque, su án