Mundo ficciónIniciar sesiónSolo un poco mas...me decia mentalmente mientras las lagrimas falsas salían de mis ojos .
Lamentablemente no todo sale como uno quisiera . Señor- dijo una de las muchachas que atendia a las mesas , estaba mas que claro que ella también queria ser una "amante" . m****a..- susurré tan bajo que sentí como mi propia voz se desvanecia en el aire señor- dije alejándome de Enrique . El lo noto y de inmediato su mano se apretó contra mi cintura , haciendo que no me moviera ni un centímetro mas . Yo...no debería de estar aquí , debo irme - dije con la voz mas frágil que logre, limpiando mis lágrimas con las manos . El se tenso inmediatamente y me atrajo mas cerca y fuerte , fruncido el ceño a la muchacha que lo miraba tan...inocentemente . Vámonos...- dijo el alzandome en brazos . Y como toda buena chica delicada me nege como si no supiera lo que aquel hombre quiere , pude ver a la muchacha atrás de nosotros viendonos con esa esperanza que hacia que me sinyiera nuevamente inspirada. "Necesito un testigo" , me dije mentalmente para llamar a la muchacha con una mano sin que Enrique se diera cuenta , ella se apresuro y nos siguió como un perrito regañado . Al llegar a la habitación , el me tiro a la cama , vi a la muchacha entrar y mi mirada le indico lo que tenia que hacer . ------------- Una hora antes . Te llamas - le pregunte a aquella mujer , su cabello negro en capas , piel morena y buenas curvas la distinguen de muchas d elas chicas de este lugar . Carmen - dijo con una sonrisa , extendiendo la mano . Un gusto...- dije aceptando el saludo - y por que estas aquí?- pregunte cuando la platica habia avanzado lo suficiente para tener la confianza . Dinero- dijo mientras encendía un cigarro y le daba una bocanada de humo. Que tan necesitada...- dije con una sonrisa , a lo que ella me miro de mala gana , bueno no era.como si todos los dias te preguntaban si estabas necesitada . Mucho - respondió como si la palabra pesara mas de lo que nececitaba . Te interesa un trabajo ? - dije con una sonrisa , acercandome mas , susurrándole al oído - sabes complacer a un hombre en la cama - ella responde dio inmediatamente con una sonrisa . Te pagare 5 mil si me ayudas a llevar a un tipo a la cama , y te acuestas con el claro - dije alejandome lo suficiente para que nuestros ojos se miraran - no te preocupes , con estas sera mas que suficiente - dije colocando una mano en sus grandes senos , a lo que ella se tenso ligeramente pero no se aparto . Tienes que colocar algo en su bebida...y luego cuando el me lleve a un lugar a apartado tu apareces...y , empieza el show - dije mientras mi mano descendía por su costado , hasta termine en si trasero , tomando su muslo con fuerza y alzando su pierna . Espero y seas buena querida - dije apretamdola como fuerza , y ella solo me regalo una sonrisa . --------------- De vuelta al presente. Cuando Enrique se dio cuenta que Carmen tambien entro en la habitación trato de echarla , lo cual no consiguió . Señor...- dijo ella pegandosele al brazo , sus senos rodeaban de fuerte brazo de Enrique , yo miraba todo con satisfacción , el plan marchaba perfecto . yo...se que no me conoce , pero le prometo...lo complacere en todo , solo déjeme ayudarlo - dijo como si él fuera el ultimo hombre sobre la tierra . Esa mujer si que tenia potencial . Yo...solo quiero hacerlo feliz...no me importa si tengo que compartirlo - dijo , con sus mejillas sonrojadas , como si el solo respirar le diera pena . Y Enrique como todo hombre , que se cree superior a todos , cayo anye los encantos de una mujer con buenas curvas y sumisión. Definitivamente los hombres son estupidos cuando quieren cojer , y mas cuando piensan que tienen a mas de una siguiéndolo . ----------------- Enrique por su cuerpo , la llevo hasta la cama . Yo que habia permanecido callada ahora era mi momento de actuar. Cuando el se sentó en la cama , yo lo abrace por atrás . señor...- dije como voz suave - no me olvide , yo también quiero atención - dije como si solo las palabras fueran algo prohibidas , mis mejillas sonrojadas y mis ojos aun llorosos , el cayo , como un pescado a una red de comida . Enrique, perdido en la lujuria y el deseo, apenas prestó atención a mis palabras. Sus manos recorrieron el cuerpo de Carmen, apretando su carne suave y voluptuosa. La mujer gimió suavemente, arqueando su espalda para presionar sus senos contra el pecho musculoso del hombre. Pero yo no me quedaria atrás. Mis brazos rodearon el cuello de Enrique, mis dedos jugueteando con los pelos de su nuca. Lord... -susurre en su oído-, no me ignores... -mi voz era dulce y seductora, como miel caliente derramándose en su oído. Enrique gruñó suavemente, su cabeza girando ligeramente para capturar mis labios en un beso profundo y posesivo , el profundizó el beso, su lengua explorando mi boca con avidez. Sus manos abandonaron momentáneamente el cuerpo de Carmen para agarrar mis caderas, acercándome más a él. Podía sentir su excitación presionando contra mi a través de la tela de sus pantalones. Carmen, percibiendo que estaba siendo ignorada, decidió tomar la iniciativa. Se deslizó hacia abajo en la cama, sus labios dejando un rastro de besos en el pecho de Enrique mientras bajaba. Sus dedos trabajaron rápidamente en el cinturón y cremallera del hombre, liberando su miembro erecto. La mujer lo tomó en su boca sin vacilar, su cabeza moviéndose hacia arriba y abajo en un ritmo constante. Enrique gimió contra tus labios, su agarre en tus caderas apretándose. M****a..... -jadeó cuando separó su boca de la mia-, esto es... increíble. Pero yo no me quede quieta. Mis manos se deslizaron bajo la camisa de Enrique, explorando los músculos definidos de su abdomen. Baje la cabeza para dejar besos húmedos y lentos en su cuello, sintiendo cómo su pulso latía rápidamente bajo mis labios. La escena era erótica y desordenada, un torbellino de cuerpos entrelazados y jadeos excitados. Los gemidos de Carmen vibraban alrededor del miembro de Enrique mientras lo chupaba con entusiasmo. El hombre se estremecía debajo de mi, sus dedos clavándose en mis caderas con fuerza. De repente, me levantó en sus brazos como si no pesara nada y me acostó en la cama junto a Carmen. Se colocó encima de mio, sus ojos oscuros ardían con deseo desenfrenado. Dios.... -gruñó-, voy a follarte hasta que olvides tu propio nombre. Enrique se posicionó entre mis piernas, su miembro duro y palpitante acariciando mi entrada húmeda. Miró hacia abajo, contemplando mi cuerpo desnudo con hambre lupina. Carmen observaba la escena con una mezcla de excitación y envidia, sus manos acariciando sus propios senos mientras se mordía el labio inferior. Lord... -susurre , mi voz temblando de anticipación. Enrique sonrió malvadamente, saboreando el poder que tenía sobre mi en ese momento. Sin previo aviso, empujó dentro mio con un movimiento fluido y poderoso. Grite de placer, mis uñas clavándose en los hombros de Enrique. Él comenzó a moverse dentro mio con un ritmo frenético, cada embestida es más profunda y fuerte que la anterior. Los sonidos húmedos y carne contra carne llenaban la habitación, mezclados con mis gemidos y los jadeos de Carmen. La mujer se tocaba a sí misma mientras miraba cómo Enrique me follaba sin piedad, su propio cuerpo convulsionando en un orgasmo silencioso. Mientras Enrique continuaba moviéndose dentro mio con abandono, Carmen decidió unirse a la acción. Se arrastró por la cama hasta posicionarse junto a vos, su cuerpo desnudo rozando el tuyo. Sus manos acariciaron tus senos, apretándolos y jugando con tus pezones erectos. Enrique gruñó al ver la escena, sus embestidas se volvieron aún más violentas. Estaba perdido en un mar de placer, follándome con una intensidad primitiva mientras Carmen me acariciaba y besaba. La mujer bajó la cabeza y tomó uno de mis pezones en su boca, succionándolo suavemente. Su lengua giraba alrededor del sensible botón de carne, enviando ondas de placer directamente a mi centro. Entre tanto, Enrique seguía penetrándome con fuerza, su miembro golpeando ese punto dulce dentro de mi que me hacía ver estrellas. Carmen trasladó su atención al otro seno, sus dientes mordisqueando suavemente el pezón mientras sus dedos pellizcaban el primero. Grite, mis caderas levantándose para encontrarse con las embestidas de Enrique. El hombre maldijo en voz alta, su control deslizándose rápidamente. De repente, me dio la vuelta bruscamente, dejándote boca abajo en la cama. Carmen se colocó frente a mi, sonriendo malvadamente. Sin previo aviso, empujó dos dedos dentro de mi boca. Mientras Enrique seguía penetrándote por detrás, enterre mi rostro entre las piernas de Carmen. La mujer jadeó sorprendida, pero rápidamente se relajó, disfrutando de la sensación de mi lengua explorando su húmedo calor. Sus dedos se enredaron en tu cabello, guiando mis movimientos mientras gemía suavemente. Enrique gruñó detrás mio , sus embestidas volviéndose más erráticas a medida que se acercaba al clímax. La habitación estaba llena de sonidos eróticos: el sonido húmedo de mis labios y lengua trabajando en el punto de Carmen, los gemidos y jadeos de las mujeres, y los gruñidos profundos y animalescos de Enrique. Carmen arqueó la espalda, presionando su pelvis contra mi rostro mientras se corría violentamente. Sus jugos fluían libremente, cubriendo mis labios y barbilla. Después de que los tres llegaran al clímax, Enrique se retiró de ti, jadeando pesadamente. Se dejó caer en la cama junto a vos, su cuerpo sudoroso y saciado. Carmen, aún temblando por su propio orgasmo, se sentó y te miró con una sonrisa traviesa. -Ahora es mi turno-, dijo, su voz ronca por la excitación. Sin esperar respuesta, se colocó entre mis piernas, separándolas aún más. Enrique observó con interés mientras Carmen bajaba la cabeza y pasaba su lengua por tus pliegues hinchados. Gimi suavemente, todavía sensible después de mis anteriores orgasmos. Pero el toque experto de Carmen pronto me hizo recuperar el deseo. Sus labios y lengua trabajaron en harmonia , lamiendo y chupando mi clítoris erecto. Enrique se recostó para disfrutar del espectáculo, su miembro comenzando a endurecerse nuevamente ante la vista erótica de las dos mujeres. Carmen continuó su asalto sensual en mi centro, su lengua moviéndose en círculos lentos pero firmes alrededor de mi clítoris. Sus dedos se deslizaron dentro de mi, curvándose para acariciar ese punto dulce que me hacía jadear y arquearte contra su boca. Mientras tanto, Enrique se recuperaba rápidamente. Su miembro palpitaba con interés renovado mientras observaba cómo Carmen me devoraba. Se posicionó detrás de ella, agarrando sus caderas para guiar su erección hacia su entrada aún húmeda. La mujer gimió contra mi coño cuando Enrique la penetró, pero no dejó de complacerme. Carmen continuó trabajando conmigo con entusiasmo, su lengua y dedos llevándote cada vez más cerca del borde. Mientras tanto, Enrique comenzó a moverse dentro de ella, sus embestidas lentas y profundas al principio, pero ganando velocidad y fuerza a medida que su excitación crecía. Los gemidos de Carmen vibraban contra mi clítoris, aumentando mi propio placer. Pronto, me encontró al borde del abismo, mis músculos internos apretándose alrededor de sus dedos. Con un último toque experto en mi clítoris hipersensible, me empujó sobre el precipicio. Grite mientras el orgasmo me golpeaba como una onda expansiva, mi cuerpo temblando incontrolablemente. Enrique gruñó detrás de Carmen, sintiendo sus paredes internas contraerse alrededor de su miembro. Aumentó la velocidad de sus embestidas, follándola con abandono mientras perseguía su propia liberación. Finalmente, con un rugido primitivo, se enterró profundamente dentro de ella y llegó al clímax. Su semilla caliente llenó el coño de Carmen mientras él temblaba y se sacudía detrás de ella.






