Punto de vista de Teresa
«¡Contéstame!». Mis manos se retorcían en su camisa empapada, tirando de él para acercarlo aunque quería empujarlo lejos. «¿Sabías quién era?»
La mandíbula de Rafael se tensó, un músculo latiendo en su mejilla. La lluvia le corría por la cara mezclándose con algo que parecía sospechosamente lágrimas.
«Sí». La palabra salió estrangulada. «Lo sabía. Desde el momento en que entraste en esa fiesta de compromiso, supe exactamente quién eras».
La confesión me golpeó como un puñetazo físico. Solté su camisa y retrocedí tambaleándome.
«La fiesta de compromiso. Eso fue…». Hice las cuentas, la mente dando vueltas. «Hace meses. Antes de que perdiera mis trabajos. Antes del desahucio. Antes de…»
«Antes de todo». Su risa fue hueca, amarga. «Sí».
«Tú lo hiciste». Las piezas encajaban, cada una más devastadora que la anterior. «El cierre del café. La boutique. Mi edificio. Todo. Tú lo hiciste todo».
No lo negó. Solo se quedó allí bajo la lluvia, las manos colgando inertes a