9. Crueldad.

—Vamos, solo es una palabra mágica lo que debes de decirme, Emma, pídeme perdón y hare como si nada hubiera pasado, es más, puede que incluso arregle que el Duque te deje trabajar en el jardín y dormir con los cabellos en los cobertizos — dijo Mónica burlándose.

Aun así, y mirándola a los ojos, Emma guardo silencio, y levantándose del suelo, sonrió a pesar de estar sangrando.

—Lo siento, pero aunque mi presencia les incomode, esta es una orden de su alteza real, la reina, y, señor Enrique, usted es actualmente el Duque de Balmoral, pero la reina a delegado todas sus obligaciones a su hijo menor, ¿No es así?, así que, aunque me ordene irme, no lo hare a menos que su alteza Daniel me lo ordene, con su permiso —

Y caminando elegante, a pesar de estar herida y con el cabello revuelto, la rubia no mostró lagrima alguna y salió con la frente en alto de aquel salón. Mirando a un joven en la puerta, lo miró e ignoro.

—Es increíble, ¿Cómo se atreve a hablarle así al duque? —

—Es suficiente —

U
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