85: Sin felicidad.
—¡Eduardo!...espera, ¡Eduardo!...por favor…no te vayas, ¡Por favor no me dejes! — gritó desperada intentando alcanzarlo.
Cayendo dolorosamente de la cama, el llanto de Mónica Cervantes se intensificó, y comenzando a arrastrarse sobre el suelo helado de aquella habitación, extendió su mano en un intento fallido de alcanzar la puerta…y a Eduardo. Llorando desesperadamente y sufriendo tanto dolor, la que una vez fue una cruel y orgullosa mujer, yacía sin sus piernas derrotada e infeliz en el suelo, después de haber perdido al amor de su vida.
—Eduardo…mi amor…Eduardo…— musitó entre su entrecortado llanto mientras los médicos y enfermeras entraban para levantarla.
—Hoy, es un día glorioso para España. —
El obispo hacia una reverencia ante Eduardo Cervantes, y los aplausos llenaron el salón del trono real, mientras los murmullos sobre el recién nombrado Rey de España y Castilla no se hicieron esperar. El ambiente se había llenado de regocijo y esperanza; como si todos creyeran que aquel ho