—¿Qué le ha pasado? — cuestionó Emma realmente aterrada.

Cassandra se sentó en la sala de espera fuera de aquella habitación de hospital.

—Mikael estaba cazando en el lago como es su costumbre, cuando un grupo de barbaros entró a nuestros territorios y golpearon a tu padre. Nadie está realmente feliz con la idea de una Borbón sentada en el trono, así que se han desquitado con tu padre. Es por eso que te he insistido en que es tu deber casarte con Eduardo Cervantes, ellos tienen el cariño y apoyo de los plebeyos, y es justo eso lo que tú debes ganarte antes que estalle una guerra civil en el país. Si te casas con Eduardo Cervantes, sé que vas a lograr ganarte el amor del pueblo y es eso justamente lo que harás. — ordenó Cassandra.

Emma frunció el ceño.

—Esto es inaudito, no creas que no puedo darme cuenta de que solo intentas chantajearme, y no voy a caer en ello, no soy una estúpida. — respondió la rubia.

Cassandra sonrió nuevamente.

—¿Por qué no lo compruebas por ti misma, cariño? —