22. Cruel mentira.
No dispuesta a tolerar semejante escena ridícula, Emma caminó con dirección al castillo subiendo la escalinata de piedra. Sonriendo, Mónica corrió tras ella para tomarla del brazo.
— ¡Lo lamento mucho Emma! ¡No quise ofenderte! De ver…
Y arrojándose sobre Emma, la castaña se pegó a ella y luego se dejó caer hacia atrás, dando la impresión de que la rubia la había empujado escaleras abajo.
— ¡Ahhh! —
El grito de Mónica resonó en todo el castillo, y pronto toda la servidumbre salió a ver lo ocurrido. Mónica, se hallaba en el suelo; había rodado al menos diez escalones hacia abajo, y parecía estar inconsciente.
— ¡Mónica! — gritó Eduardo, quien de inmediato tomó a Emma de los cabellos, y la arrastró con violencia escaleras abajo.
— Yo no… —
— ¡Cállate maldita! ¡Intentaste matar a mi esposa! — y con el puño cerrado, Eduardo golpeó a Emma en el rostro.
Ante la mirada atónita de todos, Eduardo Lancaster comenzó a golpear a Emma, mientras Mónica, por dentro, estaba sonriendo.
— ¡Cállate mald