— Entonces, debes mantener un perfil bajo, nosotros, el pueblo, también tenemos voz en esta historia, así que debes protegerla. —

Terminando aquella llamada, Andrew Lewis, colgó.

En su habitación, Mónica escuchaba atenta a su sirvienta.

— Estoy segura, señora, creo que ví como esa mujer escupía el medicamento. —

— Bien, puedes retirarte. — ordenó la castaña.

Apretando los dientes, Mónica se sintió frustrada. Emma Borbón estaba dándole más molestias de las que quería soportar. Tenía que pensar en algo, y rápido.

Saliendo de su habitación, la cruel mujer observó a Andrew Lewis salir con algo en sus manos. Aquello, sin duda alguna era aquel ángel que ella le había dado como burla a la rubia. Siguiéndolo en silencio, vio como el mayordomo le ordenaba algo a uno de los sirvientes que viajaría a Londres a petición de Daniel. Acercándose a la valija de aquel sirviente, tomó aquella figura de porcelana sin que nadie se percatara de ello. Esa era, su respuesta.

Daniel observaba el gran Big Ben