41. Cristal y cicatrices
Capítulo 41
El invernadero parecía otro mundo, suspendido fuera del tiempo, mientras la tormenta golpeaba sin piedad el techo de cristal. Nathaniel se acercó, lento, como si temiera romper algo demasiado frágil… o encender algo que no podría apagar jamás.
—Me alegra que hayas venido —dijo con voz baja, acercándose un paso más.
Jazmín no respondió, pero no se movió cuando él se detuvo a solo un par de centímetros.
Su respiración era irregular. El corazón palpitaba desbocado, como si reconociera la cercanía de alguien que había sido todo y también la ruina. El calor de su cuerpo se mezclaba con el de él. Sus miradas chocaron, intensas, con demasiadas palabras que nunca se dijeron.
—No me alejes —su voz a penas un susurro.
Nathaniel alzó una mano, con cuidado, y le retiró un mechón de cabello mojado que se pegaba a su mejilla. Jazmín cerró los ojos un segundo. Sintiendo demasiado.
Y entonces sus labios se encontraron.
No fue suave. Fue voraz, urgente, como dos almas desesperadas q