Capítulo 30

El sol entraba suavemente por los ventanales de la mansión Ravencroft, iluminando las vitrinas que ya están vacías en el salón como si cada una tuviera su propia historia que contar.

Jazmín, con una bata de satén color vino y el cabello recogido con descuido, removía lentamente su té. Tenía ojeras suaves, y la mirada fija en nada mientras Rose hojeaba el periódico en la sala contigua, disfrutando de su café.

—Fue un éxito —dijo finalmente Rose, rompiendo el silencio sin apartar la vista del periódico—. Todas tus piezas fueron subastadas… y una sola persona se llevó cada una.

Jazmín alzó la vista. No dijo nada.

—Nathaniel Luther —añadió Rose, bajando lentamente el diario y mirándola por encima de sus gafas—. Compró todas las piezas. ¿Te diste cuenta?

Jazmín asintió despacio. Su voz salió apenas un susurro.

—Sí.

Rose dejó el diario a un lado.

—¿Y? —insistió la anciana.

—¿Y qué? —se hizo la loca.

A pesar de que le contó a Elías y a Rose su historia se sentía reticente hablarl