Mateo se inclinó hacia delante, con voz baja y urgente. «La empresa de Leonardo está en problemas, Emilia. Graves problemas. La junta directiva está en pánico, los inversores se están retirando y las acciones se desploman más rápido de lo esperado». Hizo una pausa, observando cómo la sorpresa se instalaba en su rostro antes de que una lenta y peligrosa sonrisa la reemplazara.
Al principio, Mateo no se movió. Observó a Emilia con atención, con una especie de orgullo brillando en sus ojos, aunque lo disimuló tras su habitual expresión tranquila. Habían pasado meses preparándose para este momento: interminables discusiones nocturnas, planificación estratégica, recopilación de información silenciosa, lenta y despiadadamente. Pero ninguna preparación igualaba la satisfacción de ver cómo la situación cambiaba a su favor.
Se cruzó de brazos. «Emilia, escucha con atención. La empresa de Leonardo no solo está sufriendo un pequeño revés. Se está desmoronando desde dentro. Los informes del últim