Las olas del océano movían aquel Ferri con calma. El aroma salino despertaba los sentidos más profundos y el corazón de Adalet latía despacio, pasmoso, mientras miraba a su padre y su amado charlar junto a la tripulación que encallaba el barco.
Finalmente habían llegado a Irlanda, aquel lugar mucho más frío de lo que ella estaba acostumbrada, pero, que representaba su salvación y esperanza en un futuro mejor.
No tenía miedo, ya no más. Acariciando su vientre las esperanzas de una vida apacible regresaban, y la promesa que tenía con Bastian Myers latía viva dentro de su corazón.
— ¿En donde estamos mamita? —
Dante miraba el mismo paisaje verde y hermoso que admiraba su madre.
Adalet, sonriendo, acaricio los cabellos rojizos de su pequeño y le beso las mejillas una vez que lo sintió en sus brazos.
— Estamos en la tierra en donde los sueños se hacen realidad —
Dante sonrió, aquel lugar, era como un cuento de hadas.
En Londres, Enzo finalmente había aterrizado. Su mirada perdida en