Capítulo 35
Antoni:
—¡Ahora sí sé que estás completamente loco! —exclamó Sebastián esa tarde cuando le conté lo que ocurrió con mi secretaria y su sobrino.
Los dos estábamos en el club privado al que pertenecían nuestras familias. Aquel lugar estaba compuesto por 20 piscinas gigantescas, un gimnasio, un área recreativa para juegos como golf, tenis y hasta un prado para practicar equitación. Ahí estábamos los dos, cada uno en un caballo paseando por el prado. Al final sólo éramos dos aficionados.
—¿Por qué lo dices? —pregunté. Hacía un día precioso, una parte de mí hubiera deseado que en lugar de mi mejor amigo a mi lado estuviera Mary Elizabeth.
—¿Arriesgas tu vida por el sobrino de tu secretaria y me preguntas que por qué digo que estás loco?
Me eché a reír.
—No exageres, el agua tampoco nos tapaba. Solo nos llegaba a la cintura.
—¿Qué hay del auto?
Fruncí el ceño.
—¿En serio me preguntas por mi auto en lugar de preguntar por el niño?
—¿Cuál niño? ¿No estabas rescatando a tu se