8 años antes:
Me gustaba caminar por la playa y sentir como mis pies se metían en la arena mojada. Las olas del mar acariciaban mis piernas provocándome cosquillas. En eso estaba aquella tarde. Frente a mí, el mar se extendía hasta el horizonte mientras la luz de un sol poniente manchaba sus aguas dejando una estela naranja.
Se suponía que aquella caminata la iba a dar con Yessica, pero al ver que no llegó, me quité las sandalias y decidí comenzar por mi cuenta. Era lunes y a esa hora pocas veces había alguien en aquella zona del mar, por eso precisamente me gustaba pasear por allí. La paz que se sentía era cautivadora. De vez en cuando cerraba los ojos y respiraba con profundidad mientras escuchaba el sonido de las olas contra la arena.
—Si sigues caminando así te vas a caer.
Abrí los ojos de inmediato al escuchar aquellas para y lo vi frente a mí. Parecía un espejismo, una ilusión o un delirio profundo. Antoni había adquirido un bronceado admirable en el poco tiempo que llevaba