A ESCONDIDAS

Ahí va, igual que hace dos días lleva al pequeño de la mano y a la bebé en su carriola, le sonríe con dulzura y se detiene para atarle una agujeta a los tenis del niño.

Camino lentamente atrás de ellos, apenas y escucho lo que van platicando y su risa me hace eco en mi interior.

-Aquí, mamá, tú te sientas aquí con Regina y yo voy a buscar un amigo para patear mi balón. 

Estamos en un parque, Emilio se fue unos metros mas con un grupo de niños y le oigo que los invita a jugar, mientras Amanda está con la bebé sentada en una de las bancas del lugar, no pierde de vista al pequeño ni desatiende a la bebé. 

Yo me senté en el suelo a la sombra de un árbol y de manera discreta les hice unas fotos con el teléfono. Emilio se ve feliz con esos niños, sus movimientos son mas maduros, se nota que ha crecido y al verlo caigo en que me gustaría mucho ir a jugar con él. Luego está ella, que lee un libro, desde donde estoy no alcanzo a ver el título, pero debe ser un libro infantil porque parece estarle contando a la bebé un cuento. Una de las fotografías la muestra sonriendo, es tan bella cuando lo hace. 

-¿Qué tiene mi princesa? -Le dice a la niña con una voz chillona y melosa, la bebé comenzó a llorar y ella la saca de su carriola y la toma en sus brazos, lleva un vestidito blanco con flores lilas y una banda a juego en su pequeña cabecita, la arrulla un poco y la niña llora con insistencia.

-Alguien tiene hambre -le dice pegándola a su pecho y la veo sentarse en la banca nuevamente luego de corroborar que Emilio sigue en el mismo sitio, está apenas a unos diez metros de él. 

Cruzó su pierna izquierda sobre la derecha y apoyó a la bebé para alimentarla, la vi desabotonar la blusa que llevaba sobre un top de tirantes y sacó su seno para acercar a la pequeña, me encantó verla así, le hacía cariñitos mientras la bebé comía. No pude evitar tomar otra foto.

En cuanto colocó de nuevo a la bebé en su carriola me puse de pie y me encaminé de regreso, no advirtió mi presencia, estaba concentrada en sus hijos.

Una hora después la vi venir de vuelta, Emilio venía cojeando y pude ver su rodilla raspada, supuse que se habría lastimado jugando, pero era valiente el pequeño y no lloraba.

Entraron a una heladería y tomaron una mesa, los vi platicar y luego de terminar cada uno su helado volvieron a su casa, los seguí de cerca y lejos a la vez.

También yo abrí la puerta de mi casa y entré, otro día mas de solo verla, de no hablarle, no abrazarla ni besarla.

Cuando subí las escaleras y llegué a mi habitación escuché mi teléfono timbrar, lo saqué de mi pantalón y suspiré antes de atender.

-Hola ¿qué tal Erika?

-Que feos modos tienes para con tu prometida -me respondió. 

-Perdón, no es mi intención. 

-No sabes lo que me duele tu actitud, Javier, esperaría un poco de comprensión de tu parte y no que te alejaras.

-Erika, de verdad lo siento, te pedí tiempo para pensar las cosas, no estoy bien y no sería justo para ti estar así conmigo. 

-No se qué es lo que debas pensar, pero debe ser algo malo para haber cancelado nuestra boda, me hiciste quedar en ridículo frente a todos y ahora te niegas a dar la cara como corresponde. ¿Tienes a otra mujer? ¿Es eso?

-Erika, no toquemos esos temas, por favor. Dame tiempo y te prometo que regresaré a darte la cara como lo mereces.

No esperé una respuesta de su parte, terminé la llamada y me dejé caer en la cama, abrí la cortina sin encender las luces, desde ahí alcanzaba a verla en su habitación, estaba dejando la pijama en la cama, era su hora de la ducha.

El timbre del teléfono me interrumpió justo cuando llevaba la mano a mi erección. 

-Madre -respondí con desgano. 

-Hijo ¿cuándo vas a volver? 

Estaban juntas, lo sabía, ellas eran una sola y ya estaban empezando a desesperarme.

-No lo se, tengo cosas por resolver. 

-¿Qué cosas, Javier? Dejaste el negocio en manos de los empleados, dejaste a tu novia y todo para irte a no se dónde. Acabas de sobrevivir a un infarto. 

-El cual vino porque no me dejan ni respirar, por favor déjenme tranquilo.

La situación comenzaba a inquietarme, no podría mantener esto así por mucho tiempo, así que lo mas inteligente que podía hacer era acercarme a ella cuanto antes y sabía que me exponía a su rechazo, luego de todo lo que ha pasado se que lo último en lo que pensará es en estar con alguien mas, pero no puedo rendirme antes de siquiera intentarlo.

Apagué el teléfono y me fui a la ducha, recurrí a la mano para saciar las ganas que tenía, en cada momento solo tenía una imagen en mi cabeza: Ella, en mis brazos, enredada en mi cuerpo, recibiendo mi amor en todas las formas habidas y por haber.

Vi como el agua se llevaba el fruto de mi liberación, si es que a esto se le podía llamar así. Luego salí de la regadera y envolví una toalla al rededor de mi abdomen, me senté otra vez frente la ventana. La vi aparecer, iba en ropa interior y llevó sus manos al broche de su sostén, se liberó de él y se paró frente al espejo, se comenzó a tocar y yo no pude permanecer inmune a eso, mientras ella recorría sus senos con las manos, la mía iba arriba y abajo, la imaginaba encima de mi, o abajo, eso era lo de menos, lo que ansiaba era estar en su interior.

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