El dedo pinchado de Jena de repente le causaba comezón, otras veces dolor, luego ardor. Sentía que la punta de esa pequeña espina habia entrado profundo en su carne, y algo habia entrado en su torrente.
—¿Te duele? —le cuestiono Conan que no dejaba de mirarla, es que ya no podía dejar de hacerlo y sentirse atraído ante la belleza extraordinaria de Jena. Como un imán…
—Un poco si… —Conan tomo por sorpresa a Jena al llevar el índice a su boca. Ella sintió la áspera lengua, y una suave succión.
—Descuida pasara tan pronto te hagas a la idea.
—¿A… la idea? —no entendía a lo que se refería.
—Bienvenida a la familia querida cuñada —Philip y Zac se acercaron efusivos como era su costumbre, la abrazaron entre ambos y la sacudieron;
—¡Oh, gracias! —su entusiasmo era contagioso, ella sintió por un segundo que estaba entrando realmente a una familia, y que acaba de casarse con el hombre que escogió. Aunque el ritual habia sido de lo más extraño recibía las felicitaciones como si todo fue verd