A Eloísa le tomó toda la tarde terminar de recuperarse, cada vez que se movía el calambre volvía, y Ezequiel la metió en la tina de su habitación con el agua tremendamente fría. Su madre alternaba entre darle tragos a su bebida y subir infusiones de hiervas aromáticas que Eloísa detestaba, le obligó a tomar tres tés diferentes y entre todo lo que le hicieron no pudo asegurar qué le había ayudado, solo después de una hora donde casi muere de hipotermia su musculo parecía haber dejado la intención de suicidarse dentro de ella.
—Lo que mas me duele es que me sacaré un cuatro en la clase —le dijo a Ezequiel y él la hundió más en el tina.
Después de estar calentita y cómoda en su cama, tomó el celular y llamó a Lucía, cuando la chica contestó tenía la voz grave.
—¿Estás bien? —le preguntó Eloísa y ella asintió con la voz al otro lado.
—Creo que me herí las cuerdas bucales después de vomitar tanto —Eloísa soltó una carcajada.
—Ese maldito nos destrozó —dijo y ambas rieron —¿si guardaste mis