Linda sintió pena por el anciano, podía entender su reacción al verla y no era para menos. La presencia de ella junto a los hermanos Miller solo significaba una cosa. Ellos aún no lograban superar el pasado, el recuerdo de Loreine seguía encajado en el corazón de cada uno de ellos. De pronto pensó en su abuela, en el disgusto y desilusión de la anciana al descubrir su verdadera función en la mansión de los Miller.

—Deberías dejar de perder el tiempo y ponerte a trabajar, definitivamente eres una mujer incompetente. —Se quejó Melanie.

—Cierra la puta boca. —Replicó Linda, tragándose la ganas de mandar a ambas mujeres al carajo, fue hasta el sesto de basura y recogió los informes que ambas víboras habían tirado y manchado con café.

Ahora debería traspasar la información nuevamente, imprimirlos y archivarlos. Suspiró con resignación, dudaba mucho poder terminar antes de que la jornada laboral concluyera.

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Edmond Miller apretó sus puños con rabia. No podí