Sasha
El olor del polvo, de los viejos muebles de madera, del acero frío. El silencio es opresivo, pesado con promesas de violencia y retribución. Nuestros pasos resuenan en la sombra, cada movimiento calculado, cada respiración contenida. La escena se ha congelado, el tiempo mismo parece suspendido. Este momento es nuestro, el que hemos esperado, preparado, y sin embargo, es difícil no sentir la adrenalina desgarrar nuestras venas.
Los pasillos del edificio son estrechos, casi claustrofóbicos. Las paredes están cubiertas de retratos en blanco y negro, que representan rostros severos, congelados en el tiempo. Recuerdos del pasado, hombres que han construido este imperio de sangre y poder. Son ellos quienes han alimentado la guerra entre nuestros pueblos, creando grietas profundas, cicatrices que aún llevamos hoy.
Dante camina al frente, su mirada aguda atravesando la oscuridad como un depredador en busca de su presa. A su lado, Adrian, tan silencioso como un espectro, con apariencia decidida. En cuanto a mí, estoy aquí, entre los dos hombres, un frágil equilibrio entre el miedo y la resignación. Ya no tengo dudas. Lo que se juega aquí, esta noche, es más grande que nosotros tres. Es el fin del orden establecido, la destrucción del equilibrio precario que nos ha mantenido con vida hasta ahora. No es solo la mafia que debemos derribar. Es una ideología, una forma de vivir, de gobernar.
Llegamos a una puerta masiva, la entrada de la sala principal, donde todo se decide. El aire se ha vuelto más denso, casi electrizado. Dante, con una frialdad glacial, empuja la puerta. El sonido del metal contra metal rompe el silencio, anunciando nuestra llegada. Los hombres dentro se sobresaltan, pero ninguno se mueve. Ellos saben.
La atmósfera es tensa, como si cada uno esperara el primer movimiento. Dentro, una decena de figuras imponentes, todas figuras de poder, respeto y temor. Su jefe, Aldo, un hombre masivo con mirada penetrante, está de pie en el centro de la sala, rodeado de sus tenientes. Es el último bastión, quien cree poder controlar todo. Nos mira sin moverse, una chispa de desafío en los ojos.
Entonces, ¿es aquí donde vienen a arreglarlo todo?, dice, su voz áspera y burlona. ¿Creen que pueden hacernos caer tan fácilmente?
No respondo. No hay lugar para palabras en este tipo de confrontación. Solo las acciones cuentan ahora. Siento la tensión crecer en el aire, la electricidad entre nosotros. Es la hora del juicio. Cada uno de ellos en la sala conoce la regla: o te sometes, o mueres.
Dante avanza un paso, su mirada sin apartarse de Aldo.
No somos nosotros quienes hemos decidido esta guerra, comienza Dante. Pero somos nosotros quienes la vamos a terminar.
Una sonrisa cruel se dibuja en el rostro de Aldo.
¿Realmente creen que pueden matarme? No saben a quién tienen enfrente. Tengo más poder del que pueden imaginar.
El sonido de su voz resuena en la sala, pero no alcanza su objetivo. Parece subestimar la magnitud de la situación. Ya no tenemos tiempo que perder con amenazas vanas. Me coloco al lado de Dante, mis ojos fijos en Aldo.
Usted es quien ha organizado todo, dice Adrian, su voz fría y precisa. Usted creó este caos, esta guerra. Y ahora, es hora de que esto se acabe.
Aldo se ríe, su mano deslizándose lentamente bajo su chaqueta. Sabe que el combate es inminente. Pero lo que no sabe es que hemos preparado cada detalle, cada movimiento, cada plan. No tiene ninguna oportunidad.
De repente, la atmósfera cambia. Los hombres alrededor de Aldo se mueven, pero antes de que puedan reaccionar, Dante se lanza sobre uno de ellos con la rapidez de una serpiente. Un golpe seco, brutal, y el hombre se desploma al suelo, sin un sonido. Otro intenta contraatacar, pero soy más rápida, mi cuchillo deslizándose entre sus costillas, partiéndolo en dos. El caos estalla entonces en la sala.
Los matones se lanzan sobre nosotros, pero cada movimiento es predecible. Adrian, implacable, derriba a otro hombre con un puñetazo poderoso, enviándolo a chocar contra la pared. Dante ya está en movimiento, su silueta evaporándose en las sombras, un depredador en un terreno de caza. Yo, estoy en el centro de la acción, abriéndome paso entre los cuerpos, cada gesto preciso, cada ataque mortal.
Pero todo esto no es más que una distracción. Aldo permanece allí, implacable, observando la carnicería con una especie de fascinación. Sigue ahí, en su trono de poder, pensando que nada puede alcanzarlo.
Son unos idiotas, dice riendo. ¿Realmente creen que pueden derrocar años de poder con un simple golpe de cuchillo?
Sus palabras no me afectan más. Hemos vivido la guerra, el sufrimiento, la traición. Hemos llegado demasiado lejos para que un hombre como él todavía pueda asustarnos. Lo miro, mis ojos ardientes de ira. Ya no hay vuelta atrás.
Dante y Adrian han terminado casi con los tenientes. Sus cuerpos yacen, inertes, sin vida. Solo queda él. Aldo. El último obstáculo.
No son los cuchillos los que pondrán fin a esta guerra, dice de repente, su voz gélida. Son las alianzas. Y ustedes han olvidado la más importante.
Lo miro, una ceja levantada. Lo que dice no tiene importancia. Estamos demasiado cerca del final. La última victoria.
Usted habla de sus aliados, murmura Adrian, su voz deslizándose como acero. Pero ellos también han tomado una decisión.
Una mirada fugaz entre Dante y yo. Ambos sabemos lo que hay que hacer. Es hora de romper su última esperanza.
El disparo estalla como un trueno, atravesando la sala en un instante. El cuerpo de Aldo se paraliza, su mano crispándose sobre su corazón. Una mancha roja se expande rápidamente, empapando su camisa blanca. Se gira lentamente, tratando de entender lo que acaba de suceder, pero ya es demasiado tarde.
Dante baja lentamente su arma, una sonrisa satisfecha en los labios. Pero no es una sonrisa de victoria. Es una sonrisa de aceptación. Porque, en el fondo, no solo matamos a Aldo esta noche. Matamos al poder mismo. El poder que había alimentado el odio, la violencia y la guerra.
La mafia está muerta. Y nosotros, estamos listos para reconstruir.
Capítulo 1 - La noche de los depredadoresSashaLa noche huele a ceniza y a sangre.Avanzo por los callejones oscuros de la ciudad, con el olor a humedad pegado a mi piel. Mi corazón late con un ritmo frenético, no por miedo, sino por ira. Esta noche, mi padre quiso sellar mi destino con un anillo y una alianza que no me pertenece.—Tienes que pensar en la manada, Sasha.—Un alfa no elige a su pareja por amor, sino por deber.Sus palabras siguen resonando en mi mente, quemando mi alma más intensamente que las llamas de una guerra. La manada Morvan ha reinado sobre esta ciudad durante décadas, imponiendo su ley a otros clanes, a los humanos, a todos los que se atreven a oponerse. Y yo, como hija del alfa, supuestamente debo perpetuar esa supremacía. Se espera que me case con un hombre al que no amo, que tenga sus hijos, que fortalezca alianzas sometiéndome a tradiciones que ya no significan nada para mí.Pero no soy una moneda de cambio. No soy una princesa vendida por el bien de un im
Capítulo 2 – Pacto de Sangre y LunaSashaHay algo en él que me atrae. No es solo su aura, ni la emoción del peligro que representa. Es algo más profundo. Más antiguo. Un eco que no comprendo, pero que no puedo ignorar.—¿Tienes un deseo suicida, vampiro? —pregunto con voz tranquila, aunque cargada de advertencia.Se ríe. Un sonido grave y dulce que se desliza por mi piel como una promesa prohibida.—Si ese fuera el caso, no arruinaría mi última noche con una lobita como tú.Maldito arrogante.—Alvero, ¿qué haces aquí? —respondo con los ojos entrecerrados.No contesta de inmediato. Se incorpora con una gracia sobrenatural, alejándose del muro con movimientos lentos y elegantes. Se acerca lo suficiente como para que pueda ver el brillo hipnótico de sus ojos.—Tal vez tenía curiosidad —dice al fin, con un tono casual—. O tal vez me gusta observar a los lobos que no parecen cómodos con su propia piel.Sus palabras me golpean. Demasiado acertadas. Mi rostro permanece impasible, pero por d
Capítulo 3 – Entre sangre y fuegoSashaDante Moretti no es solo un lobo. Es uno de los secuaces más temidos de mi padre, su brazo derecho en los asuntos más oscuros. También es mi futuro esposo… al menos si mi padre consigue lo que quiere.Dante es todo lo que un alfa debe ser: fuerte, despiadado, obediente. Nunca cuestiona las órdenes. Nunca duda.Pero esta noche, en su mirada veo algo más. Algo más oscuro.Celos.—Sasha —dijo con un tono bajo, contenido.Me obligo a mantener el rostro neutro, aunque ya sé que esta reunión va a acabar mal.—¿Qué haces aquí, Dante?Su mirada se detiene en Adrián un segundo demasiado largo antes de volver a mí.—Debería hacerte la misma pregunta. Aunque yo no tengo nada que esconder.Su voz corta como una cuchilla. ¿Qué cree? ¿Que me estoy revolcando con un vampiro en un callejón oscuro?... Mierda.Es exactamente lo que parece.—No es lo que piensas —empiezo a decir.—¿Ah, no? —Se acerca, y puedo sentir su energía vibrar contra mi piel—. Entonces exp
Capítulo 4 – Juegos de poder y deseos inadecuadosSashaDebería irme.Debería darme la vuelta, marcharme a casa y olvidar todo esto.Pero no me muevo.La mirada de Adrián me atrapa, penetrante, insondable. No hace ningún gesto brusco, pero su mera presencia llena el espacio, como si pudiera envolverlo todo con la noche.—Estás muy callada, Louve.Su tono se burla, pero hay algo más detrás de sus palabras. Una curiosidad real.—Y tú, en cambio, eres invasivo, vampiro.Dibuja una sonrisa lenta, calculada.—Ya me lo han dicho.Da un paso hacia mí. Instintivamente retrocedo. Mal reflejo. Su sonrisa se amplía, depredadora.—¿Me tienes miedo, Sasha?Mi nombre resbala por su lengua como un susurro prohibido, y me afecta más de lo que debería.Enderezo mi postura.—Ni en lo más mínimo.—Miéntele otra vez y puedo probarlo.La diversión baila en sus ojos, pero sé que me está poniendo a prueba. Quiere ver hasta dónde estoy dispuesta a llegar, hasta qué punto soy capaz de enfrentar a alguien como
Capítulo 5 – Entre dos lucesSashaAdrián se da cuenta. Un destello de satisfacción cruza su mirada.Dante también lo ha visto.—Sasha...Su voz ha cambiado. Ya no está solo enfadado. Hay algo más, algo que me rompe aún más al escucharlo: una herida cruda.Aparto la mirada.—No es lo que piensas.Dante niega con la cabeza.—Entonces dime qué es.Permanezco en silencio.Porque no tengo una respuesta.Adrián se endereza, su expresión vuelve a la compostura habitual.—Fascinante, de verdad —dice, su mirada clavándose en Dante—. Pensaste que habías ganado, ¿verdad?—Lárgate, Adrián.—Con gusto —esboza una sonrisa irónica—. Pero volveré.Se vuelve hacia mí, y por un instante, su mirada se suaviza.—Porque tú quieres que vuelva.Luego se pierde entre las sombras.Me quedo congelada, con el corazón latiendo como si quisiera romperme por dentro.Dante no se mueve.Después de un instante que se siente eterno, susurra, con una voz apenas audible:—Dime que no es cierto.Pero no puedo.El aire e
Capítulo 6 – Al borde de la tentaciónSasha—No tienes que decirme lo que quiero, Dante.Su mandíbula se tensa, los músculos de su cuello se marcan con furia contenida.—¿Entonces es verdad? —su voz corta como una cuchilla—. ¿Eso es lo que quieres ahora?No respondo.Porque, en el fondo, no lo sé.Y esa incertidumbre es más peligrosa que cualquier mentira.Dante exhala con violencia, un rugido contenido que llena el aire. Da un paso atrás, y su ausencia repentina me deja helada.—He luchado por ti, Sasha. Me he desangrado por ti. ¿Y ahora dudas?Sus palabras me atraviesan, desgarrando lo poco que queda de mis defensas.—No es solo eso... —murmuro.—¿Entonces qué es?Su voz ya no lleva ira. Solo desesperación.Pero antes de que pueda abrirme, de que logre reunir las piezas rotas de mi corazón, un sonido irrumpe en la tensión.Un aplauso lento, cargado de sarcasmo.Giramos al mismo tiempo.Apoyado con indiferencia en el marco de la puerta, con una sonrisa burlona en los labios, está Adr
SashaNo debería dejarlo quedarse.Pero no me muevo.Adrian está justo frente a mí, tan cerca que siento la fría fascinación de su aura. Su mirada es intensa, ardiente de una emoción que no quiero nombrar.— ¿Por qué has venido? mi voz es baja, casi ronca.Su sonrisa se estira lentamente, una mezcla de provocación y promesa.— ¿Por qué crees?Da un paso hacia mí, y me contengo de retroceder. Sería mostrar debilidad, y frente a él, no puedo permitírmelo.— Estás jugando un juego peligroso, Adrian.— ¿Y tú, Sasha? Su voz es un susurro, una caricia helada sobre mi piel. ¿Crees que soy el único que corre riesgos aquí?Su dedo se desliza suavemente por debajo de mi mentón, obligándome a elevar la mirada hacia él. Su toque es ligero, casi irreal, pero siento su efecto como una quemadura.Debería empujarlo.Pero no lo hago.— Suéltame.— Mentira.Un aliento. Un destello de segundo donde veo en sus ojos un brillo peligroso, el de un hombre que ya ha ganado antes de que la pelea comience.Lueg
SashaMe quedo paralizada.No es un desconocido.— ¿Dante?Se da la vuelta lentamente hacia mí, sus ojos dorados brillando en la noche. No parece sorprendido de verme.— ¿Me sigues ahora? Su voz es calma, pero hay una tensión subyacente.— Te sentí. Entrecierro los ojos, sintiendo algo extraño en su aura. ¿Cazas?No responde de inmediato.— Sí.Su mirada no se aparta de mí, y un escalofrío recorre mi espalda.— ¿Un vampiro?— Sí.Me enderezo, desconfiada.— ¿Desde cuándo cazas vampiros solo, Dante?Una sonrisa fría roza sus labios.— Desde que una cierta sanguijuela empieza a rondarte.La celosía atraviesa su voz, cruda, incontrolable.— No es tu problema.— Sí, lo es. Da un paso hacia mí, su mirada ardiendo de ira contenida. Eres parte de nuestra manada. Eres parte de mí, Sasha.Aprieto los puños.— No. Soy libre.Su mirada se oscurece, y durante un instante, creo que va a explotar.Pero en su lugar, suspira y aparta la mirada.— Sasha… Su voz es más suave esta vez. Sabes muy bien lo