Sasha
La noche ha caído, pesada y silenciosa, envolviendo la ciudad con un manto oscuro. Las luces de las calles parpadean, como estrellas muertas que intentan volver a encenderse, pero la sombra de la guerra es más fuerte, más persistente que el brillo de la esperanza. Camino en silencio al lado de Adrian y Dante, nuestro trío nuevamente unido, pero con una nueva tensión, una conciencia compartida de que todo lo que hemos construido puede desmoronarse en un instante.
La guerra no ha terminado. Ni siquiera ha comenzado, en el fondo. Lo que hemos visto, lo que hemos atravesado, no ha sido más que un calentamiento, un aperitivo. El verdadero desafío comienza ahora. Las otras facciones, aquellas que se han mantenido al margen, comienzan a inquietarse. Los lobos. Los vampiros. Y otros más, jugadores ocultos en las sombras, listos para hacer lo que sea necesario para apoderarse de lo que nos pertenece.
— Hay que actuar rápido —lanza Dante, rompiendo el silencio con su voz grave—. Los otros clanes no nos dejarán en paz. Están esperando a que estemos vulnerables.
Adrian aprieta los dientes, sus puños se cierran a los lados. Sabe, al igual que yo, que esta guerra no es simplemente una cuestión de territorio, sino de poder. El poder de los Morvan, de los vampiros, de los lobos. El de la mafia. Hemos tomado ese poder, pero nada está garantizado. Cada segundo que pasamos aquí, dudando, es un segundo que nuestros enemigos utilizan para prepararse para derribarnos.
— ¿Y si golpeamos primero? —sugiere Adrian, su mirada penetrante como una hoja—. Debemos ser nosotros quienes controlen el resultado, no los demás. Si los dejamos actuar, se lo llevarán todo.
Un escalofrío de adrenalina recorre mi cuerpo, pero una parte de mí se preocupa. Hemos sido empujados a esta situación, forzados a jugar este juego sangriento donde la unidad es una ilusión y la traición, una realidad. Nuestras alianzas, frágiles, han resistido hasta ahora, pero ¿a qué precio?
— Es arriesgado —replica Dante, la desconfianza perceptible en su voz—. Podríamos perderlo todo en un instante.
Me giro hacia él, tratando de leer en sus ojos lo que le inquieta. Sé que no es del tipo que se deja llevar por sus emociones, pero la fatiga de esta guerra, esa pesadez en sus gestos, me dice que tiene sus propias dudas.
— Arriesgado o no, ya no hay tiempo para retroceder —digo, la voz más firme de lo que me siento—. Debemos golpear ahora. O ellos vendrán a buscarnos. Y ya no tendremos más oportunidades de levantarnos.
Un largo silencio se instala, pesado, entre nosotros tres. Nuestros miradas se cruzan, cada uno de nosotros preguntándose si hemos tomado la decisión correcta. Si este juego realmente vale la pena. Pero ya es demasiado tarde. Estamos en la pelea, y no hay salida.
Lanzo un último vistazo a Adrian, luego a Dante, antes de lanzarme en la noche. La ciudad, como una bestia herida, nos espera, lista para devorarnos o para ofrecernos lo que más deseamos: el control.
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La sala está fría, extrañamente silenciosa, como si esperara que el más mínimo ruido resonara en ella. Nuestros pasos son los únicos que rompen este silencio opresivo, cada movimiento, cada respiración resonando contra las paredes como un eco del pasado. Este edificio, este refugio, que alguna vez fue un santuario para quienes desean tomar el poder, es ahora el lugar de nuestro último acto.
Los líderes de las diferentes facciones están allí, en la sala, esperando que hagamos nuestra entrada. Los vampiros, los lobos, los demás, todos los miradas fijas en nosotros, calculando cada gesto, cada palabra. Pero no es la amenaza inmediata la que pesa sobre nosotros, es la tensión entre nosotros tres. Cada uno de nosotros tiene su propia visión de lo que debe hacerse. Pero esta noche, solo hay una regla: salir victoriosos.
Adrian avanza el primero, su silueta imponente eclipsando a los demás en la sala. Su carisma, su presencia, todo en él respira autoridad. Lo veo como una sombra, un rayo listo para caer. Dante, más retirado, observa cada movimiento, cada microexpresión en los rostros de los demás. Pero yo estoy aquí, a la vez observadora y actriz. Siento la pesadez del momento envolviéndome, paralizándome casi. Pero ya es demasiado tarde para dudar. Doy un paso adelante.
— Pensaban que podían manipularnos —lanza Adrian, su voz resonando en la sala—. Pero se han equivocado.
Los otros miembros de las diferentes facciones intercambian miradas preocupadas. Algunos se tensan, otros, más confiados, esperan a ver qué haremos. Pero no estamos aquí para discutir. Estamos aquí para dominar.
Dante toma la palabra, su tono frío, implacable.
— No se trata solo de poder, sino de lealtad. Somos quienes poseen el verdadero poder, y no permitiremos que nadie nos lo robe.
Un silencio pesado se instala, pero es un silencio que precede a la tormenta. Es un silencio donde cada mirada es una amenaza, cada palabra una confesión. Hemos cruzado un punto de no retorno. Ya no somos solo sobrevivientes, sino depredadores.
Mientras los demás reaccionan, algunos se inclinan, otros se preparan para luchar, siento una extraña sensación invadirme. Una toma de conciencia: no es solo por el poder que luchamos, sino por nuestra propia supervivencia. Hemos sacrificado todo lo que teníamos, todo lo que éramos, para llegar hasta aquí. Y todo esto tiene un precio.
El momento fatal se acerca. Un último movimiento. Un último suspiro antes de la guerra final.
Y estoy lista.
SashaLos ecos de voces, susurros, amenazas, se entrelazan en el aire denso de la sala. Las caras a mi alrededor están marcadas por expresiones de desconfianza y cálculo, pero las veo. Veo en el fondo de los ojos enemigos, aliados igualmente frágiles, un destello de incertidumbre. Nadie está a salvo aquí. Cada palabra, cada movimiento podría ser el que sella nuestro destino. La tensión es palpable, más viva que nunca, como si la más mínima chispa pudiera incendiar la habitación y, con ella, todo lo que hemos construido. Todo lo que hemos sacrificado.Me siento extrañamente tranquila, una calma glacial que me atraviesa, como una ola negra de un mar embravecido, pero que no me ahoga. Al contrario, me impregna, me solidifica. Miro a Adrian, que se encuentra a mi lado, impasible, su mirada tan afilada como el acero. Él siempre es quien lleva la batuta. Él que me ha mostrado que no hay lugar para la duda en este mundo. Él que, con sus puños de acero, ha roto tantos sueños y ambiciones, aho
SashaEl calor de la batalla aún está en mis venas. El sabor de la sangre, el olor metálico que impregna el aire, los ruidos sordos de los cuerpos golpeados, el caos a mi alrededor – todo esto se mezcla en una danza violenta que me empuja a ir siempre más lejos. Los vampiros caen uno a uno bajo la presión de nuestros ataques. Cada golpe asestado es un mensaje, una advertencia para aquellos que se atrevan a desafiar nuestro poder. Los lobos, por salvajes que sean, obedecen a un solo mandato, a un solo principio: sobrevivir y reinar.Hago una pausa un momento, en un callejón sombrío del vestíbulo principal, para recuperar el aliento. Mis ojos buscan a Adrian en medio de los combates. Él está allí, implacable, una silueta sólida, inquebrantable, atravesando la noche con sus ojos de acero. La lucha está por todas partes a su alrededor, pero parece a gusto, como una bestia en medio de una tormenta.Entonces me giro hacia Dante. Sus ojos no abandonan ni un instante la escena, calculando cad
SashaEl viento sopla suavemente sobre la ciudad, aliviando ligeramente la tensión que me aprieta. Las calles están silenciosas, sin embargo, siento la presión, pesada y constante. La batalla ha dejado huellas, y aunque hemos triunfado sobre Matteo, queda en nosotros una sensación de inseguridad, como si la sombra del pasado continuara persiguiéndonos. Aún no ha terminado. Lo sé. Dante y Adrian también lo saben. No hemos ganado, no realmente, hasta que la última resistencia no haya sido aplastada.Es hora de prepararse para la última etapa. La guerra no termina en un campo de batalla. Termina cuando se rompe el corazón mismo del enemigo. Cuando el alma del poder es aniquilada.Adrian está a mi lado, más tranquilo que nunca. Sus ojos, penetrantes, escrutan el horizonte, pero está ahí, cerca de mí, como siempre ha estado. No es el hombre que conocí, ese hombre distante y misterioso. Es el hombre con quien compartí el dolor, la intensidad, el amor. El hombre que se ha convertido en el al
SashaEl olor del polvo, de los viejos muebles de madera, del acero frío. El silencio es opresivo, pesado con promesas de violencia y retribución. Nuestros pasos resuenan en la sombra, cada movimiento calculado, cada respiración contenida. La escena se ha congelado, el tiempo mismo parece suspendido. Este momento es nuestro, el que hemos esperado, preparado, y sin embargo, es difícil no sentir la adrenalina desgarrar nuestras venas.Los pasillos del edificio son estrechos, casi claustrofóbicos. Las paredes están cubiertas de retratos en blanco y negro, que representan rostros severos, congelados en el tiempo. Recuerdos del pasado, hombres que han construido este imperio de sangre y poder. Son ellos quienes han alimentado la guerra entre nuestros pueblos, creando grietas profundas, cicatrices que aún llevamos hoy.Dante camina al frente, su mirada aguda atravesando la oscuridad como un depredador en busca de su presa. A su lado, Adrian, tan silencioso como un espectro, con apariencia d
Capítulo 1 - La noche de los depredadoresSashaLa noche huele a ceniza y a sangre.Avanzo por los callejones oscuros de la ciudad, con el olor a humedad pegado a mi piel. Mi corazón late con un ritmo frenético, no por miedo, sino por ira. Esta noche, mi padre quiso sellar mi destino con un anillo y una alianza que no me pertenece.—Tienes que pensar en la manada, Sasha.—Un alfa no elige a su pareja por amor, sino por deber.Sus palabras siguen resonando en mi mente, quemando mi alma más intensamente que las llamas de una guerra. La manada Morvan ha reinado sobre esta ciudad durante décadas, imponiendo su ley a otros clanes, a los humanos, a todos los que se atreven a oponerse. Y yo, como hija del alfa, supuestamente debo perpetuar esa supremacía. Se espera que me case con un hombre al que no amo, que tenga sus hijos, que fortalezca alianzas sometiéndome a tradiciones que ya no significan nada para mí.Pero no soy una moneda de cambio. No soy una princesa vendida por el bien de un im
Capítulo 2 – Pacto de Sangre y LunaSashaHay algo en él que me atrae. No es solo su aura, ni la emoción del peligro que representa. Es algo más profundo. Más antiguo. Un eco que no comprendo, pero que no puedo ignorar.—¿Tienes un deseo suicida, vampiro? —pregunto con voz tranquila, aunque cargada de advertencia.Se ríe. Un sonido grave y dulce que se desliza por mi piel como una promesa prohibida.—Si ese fuera el caso, no arruinaría mi última noche con una lobita como tú.Maldito arrogante.—Alvero, ¿qué haces aquí? —respondo con los ojos entrecerrados.No contesta de inmediato. Se incorpora con una gracia sobrenatural, alejándose del muro con movimientos lentos y elegantes. Se acerca lo suficiente como para que pueda ver el brillo hipnótico de sus ojos.—Tal vez tenía curiosidad —dice al fin, con un tono casual—. O tal vez me gusta observar a los lobos que no parecen cómodos con su propia piel.Sus palabras me golpean. Demasiado acertadas. Mi rostro permanece impasible, pero por d
Capítulo 3 – Entre sangre y fuegoSashaDante Moretti no es solo un lobo. Es uno de los secuaces más temidos de mi padre, su brazo derecho en los asuntos más oscuros. También es mi futuro esposo… al menos si mi padre consigue lo que quiere.Dante es todo lo que un alfa debe ser: fuerte, despiadado, obediente. Nunca cuestiona las órdenes. Nunca duda.Pero esta noche, en su mirada veo algo más. Algo más oscuro.Celos.—Sasha —dijo con un tono bajo, contenido.Me obligo a mantener el rostro neutro, aunque ya sé que esta reunión va a acabar mal.—¿Qué haces aquí, Dante?Su mirada se detiene en Adrián un segundo demasiado largo antes de volver a mí.—Debería hacerte la misma pregunta. Aunque yo no tengo nada que esconder.Su voz corta como una cuchilla. ¿Qué cree? ¿Que me estoy revolcando con un vampiro en un callejón oscuro?... Mierda.Es exactamente lo que parece.—No es lo que piensas —empiezo a decir.—¿Ah, no? —Se acerca, y puedo sentir su energía vibrar contra mi piel—. Entonces exp
Capítulo 4 – Juegos de poder y deseos inadecuadosSashaDebería irme.Debería darme la vuelta, marcharme a casa y olvidar todo esto.Pero no me muevo.La mirada de Adrián me atrapa, penetrante, insondable. No hace ningún gesto brusco, pero su mera presencia llena el espacio, como si pudiera envolverlo todo con la noche.—Estás muy callada, Louve.Su tono se burla, pero hay algo más detrás de sus palabras. Una curiosidad real.—Y tú, en cambio, eres invasivo, vampiro.Dibuja una sonrisa lenta, calculada.—Ya me lo han dicho.Da un paso hacia mí. Instintivamente retrocedo. Mal reflejo. Su sonrisa se amplía, depredadora.—¿Me tienes miedo, Sasha?Mi nombre resbala por su lengua como un susurro prohibido, y me afecta más de lo que debería.Enderezo mi postura.—Ni en lo más mínimo.—Miéntele otra vez y puedo probarlo.La diversión baila en sus ojos, pero sé que me está poniendo a prueba. Quiere ver hasta dónde estoy dispuesta a llegar, hasta qué punto soy capaz de enfrentar a alguien como