Morgana
Asentí con la cabeza, inhalando profundamente antes de posarme en Ézechiel. Nos observaba con esa eterna expresión impasible, como si ya supiera el desenlace de nuestra confrontación. Una sonrisa enigmática se dibujó en sus labios.
— No tienes idea de lo que realmente eres, Morgana. Todo lo que crees saber… no es más que un fragmento de la verdad.
Lucian apretó su agarre en la empuñadura de su espada, un destello de rabia brillando en sus oscuros ojos.
— Hablas demasiado, Ézechiel. Eso no cambiará lo que va a suceder.
Ézechiel estalló en una risa baja, burlona. Luego, con un gesto fluido, extendió la mano y una ola de energía oscura brotó de su cuerpo, precipitándose hacia nosotros como una marea negra. Levanté mis brazos, invocando toda la fuerza que dormía en mí. Una luz dorada brotó de mis palmas, formando un escudo resplandeciente que repelió el ataque.
Dorian y Lucian se lanzaron al asalto, sus movimientos rápidos y precisos. El enfrentamiento era inevitable, y solo durar