Morgana
Mis dedos tiembla cuando extiendo la mano hacia ellos. Dudan un instante, antes de tomarla al mismo tiempo. Una ola de calor nos envuelve, y una visión estalla en mi mente.
Otra época. Otra vida.
Los veo a los tres, unidos e inseparables, hasta que un juramento es roto. Siento el dolor, la ira, la traición. Pero más allá de todo eso, siento el amor. El amor puro, visceral, inalterable. Ese que nos une a pesar de los siglos y las maldiciones.
Regreso a la realidad jadeando, mis dedos apretándose instintivamente sobre los suyos.
— Debemos romper el ciclo, digo con certeza. Juntos.
Intercambian una mirada, luego asienten. Están listos para seguirme, cueste lo que cueste.
Ezequiel
Desde lejos, observo la escena, el corazón latiendo a un ritmo frenético. Morgana ha tomado una decisión. ¿La correcta? No lo sé. Pero está lista para desafiar el destino, y eso es lo que importa.
Cierro los ojos y murmuro una oración silenciosa a los dioses antiguos. Que esta vez sea la última. Que esta