Morgana
Caminamos en silencio, dejando atrás la clara y la sombra del pasado. Cada paso que doy pesa en mi corazón. Siento que estamos cerca de una verdad que no podremos ignorar. La noche parece espesarse a nuestro alrededor, como si el mismo bosque contuviera el aliento.
Dorian está a mi lado, su mirada escrutando la oscuridad. No necesita hablar para que entienda que está preocupado. Lucian cierra la marcha, siempre tan imperturbable en apariencia, pero adivino la tensión en la rigidez de sus hombros. Ezequiel, por su parte, avanza ligeramente por delante, los sentidos alerta.
— Deberíamos detenernos aquí para la noche, dice, señalando un repliegue de terreno protegido por antiguos árboles.
Dorian asiente, aunque siento que preferiría seguir adelante. Pero necesitamos descansar. Nuestras mentes están cansadas, y nuestra magia misma parece estar disminuyendo.
Instalamos una fogata, la luz de las llamas proyectando sombras danzantes sobre nuestros rostros. Mientras nos sentamos, un s