Sasha
El viento helado se cuela en la villa, levantando las cortinas como espectros en movimiento. El amanecer aún no ha roto completamente el horizonte, y sin embargo, siento la electricidad en el aire. El olor a sangre sigue fresco, pegajoso, adherido a los muros invisibles de nuestro territorio.
Adrian y yo intercambiamos una mirada. No es un simple ataque. Es una advertencia.
Me arrodillo frente al lobo herido, posando una mano en su hombro. Su cuerpo tiembla bajo el esfuerzo de permanecer consciente, pero sus ojos arden con determinación.
— Habla. ¿Quiénes son?
Él traga saliva, un hilo de sangre corriendo por la comisura de sus labios.
— Antiguos aliados… Dicen que el pacto entre lobos y vampiros es una traición. Que ninguno de nosotros debería arrodillarse ante el otro.
Aprieto los dientes. Esta guerra se suponía que había terminado. Pero siempre hay quienes se niegan a aceptar un nuevo orden. Aquellos que prefieren vivir en el caos en lugar de admitir que hemos cambiado las reg