Sasha
El aire es más pesado cuando salgo de la habitación de Adrian.
Aún siento el peso de sus manos sobre mí, la quemadura de sus labios en mi piel. Cada paso que doy para alejarme es una lucha. Una lucha contra él. Contra mí misma.
He cedido.
He caído en la trampa del vampiro, ¿y lo peor?
No tengo ganas de salir de ella.
Cruzo los pasillos de la mansión Morvan, mi mente en ebullición. El día comienza a levantarse, proyectando sombras en movimiento sobre las paredes de piedra. Cada ruido me hace saltar. Estoy al borde.
Cuando finalmente llego a mi habitación, cierro la puerta de un golpe y me apoyo contra la madera maciza.
Respira, Sasha.
Cierro los ojos, pero la imagen de Adrian se impone en mi mente. Su mirada penetrante, su voz ronca, la forma en que susurró mi nombre como una promesa.
Sacudo la cabeza violentamente.
No puedo.
Soy una loba.
Él, un vampiro.
Nuestros mundos están en guerra.
Y, sin embargo…
Un ruido detrás de mí me hace saltar. Giro la cabeza justo a tiempo para ver