Sasha
Cuando vuelvo a abrir los ojos, el mundo se ha volcado.
Adrian sigue ahí, su mano en mi cintura, su mirada ardiente anclada en la mía. Mi respiración es corta, mi corazón late a un ritmo frenético, como si intentara escapar de mi pecho.
Este beso…
No tenía nada de inocente.
Tenía el sabor del peligro, del poder y de esa atracción irreprimible que nos empuja el uno hacia el otro, una y otra vez, a pesar de los prohibidos.
— Estás temblando, murmura Adrian acariciando mi mejilla con la yema de los dedos.
Me estremezco.
No puedo hablar.
No puedo moverme.
Todo en mí grita que me aleje… y, sin embargo, permanezco inmóvil, incapaz de resistirme a su poder.
— ¿Quieres huir?
Cierro los ojos.
Sí.
No.
Ya no sé.
Pero cuando me atrae hacia él, me dejo llevar, como si mi cuerpo ya no me perteneciera.
— Ya es demasiado tarde, Sasha, susurra en mi oído. Hemos cruzado la línea.
Sus labios rozan mi cuello, y me tenso.
— Yo…
— Eres mía.
Mi corazón se detiene un latido.
Él aprieta su agarre en mi