Sasha
El viento nocturno silba a nuestro alrededor, levantando volutas de polvo en las callejuelas silenciosas. Adrian me observa, sus ojos oscuros ardiendo con una intensidad que me da vértigo. El instante está suspendido, como si camináramos sobre una cuerda floja tendida entre el pasado y el futuro.
— Sígueme.
Su voz es una orden disfrazada de susurro. Un llamado al que mi cuerpo responde incluso antes de que mi mente lo acepte. Me agarra la mano y me arrastra a través de las calles desiertas, hasta un viejo edificio de piedra con aspecto de fortaleza.
— ¿Aquí es donde te escondes? pregunto observando los gruesos muros, adornados con símbolos antiguos.
— No es un escondite, es una casa segura.
Abre la puerta y me invita a entrar. En el interior, la atmósfera es suave, casi lujosa. Muebles de madera oscura, cortinas gruesas, y sobre todo, un olor familiar: el de la sangre y el poder.
— ¿Quién más vive aquí?
Cierra la puerta detrás de nosotros, apoyándose contra ella con una sonrisa