Sasha
El silencio en la sala se vuelve casi insoportable, cada segundo estirándose como una eternidad. La pesada respiración que se eleva en la oscuridad es casi palpable, como si el aire mismo se volviera más denso, más opresivo. Mis sentidos están alerta, mis instintos de loba me gritan que huya, pero una fuerza más grande, más irresistible, me retiene en su lugar. No tengo derecho a retroceder ahora. No cuando la verdad, por muy retorcida y dolorosa que sea, está al alcance de mi mano.
Sasha… La voz de Adrian, grave y teñida de confusión, apenas me alcanza. Parece casi como yo, prisionero de una energía invisible que nos impide movernos. Sus ojos buscan los míos en la oscuridad, pero los evito, concentrada en lo que se esconde en las sombras. Hay algo, allí, en esa oscuridad. Algo que reconozco. Algo que no quería enfrentar.
Una tenue luz rojiza ilumina de repente la sala, proyectando sombras extrañas y deformadas en las paredes. Mis ojos se adaptan lentamente a esta luz siniestra,