Sasha
La luz del día finalmente atraviesa las nubes, bañando la tierra con su calor suave, pero no es el calor de la victoria el que calienta mi corazón. Es un calor extraño, uno que se mezcla con el dolor persistente y la incertidumbre que me habita. Cada paso que doy sobre esta tierra manchada de sangre y polvo me recuerda cuánto ha cambiado el mundo. No solo porque hemos ganado, sino porque hemos sacrificado. Y ese sacrificio ha dejado cicatrices invisibles, que nos seguirán en cada aliento que tomemos.
Los tres de nosotros caminamos codo a codo, en silencio, nuestras mentes ocupadas por pensamientos pesados, demasiado pesados para ser expresados en voz alta. Dante parece más taciturno que de costumbre, su mirada perdida en el horizonte como si buscara una respuesta que nadie podría darle. Adrian, por su parte, está más tranquilo, su rostro impasible como si hubiera aceptado la realidad de lo que hemos atravesado. Pero yo, no estoy lista para aceptar. No todavía. No en este momento